De hierbas se trata [Libre]

Al abrir sus ojos, lo primero que pudo sentir fue como sus cabellos se colaban en el interior de ellos, provocándole una total incomodidad, pero ayudándole a despertarse con velocidad.
-¡Au au au!
El aroma a especias le llegó a su nariz y comprendió en pocos segundos que se encontraba en su hogar. Se refregó los ojos y miró a los alrededores, hasta posar su vista en su gato blanco, que le miraba desde arriba de un pequeño mueble, sentado y moviendo su cola de un lado al otro.
-¿Qué días es....? -bostezó,y cayó de espaldas. Su gato saltó un gritito y se tiró encima del rostro de su ama, despertándole nuevamente.

Aquello ya era rutina, y entre sus despeinados cabellos, se enredaba algún que otro pétalo u hoja seco, en lo que se preparaba algún tipo de infusión para comenzar el día, que, luego de preguntarle a uno de sus vecinos, supo cuál era.

Con una sonrisa en su rostro, la jovencita de aspecto pequeño, se sacó los trapos con los que dormía y se colocó un sencillo vestido blanco algo desgastado y un largo pañuelo verde musgo rodeándole el cuello, como solía hacer. Estaba demasiado encariñada con aquella prenda, así mismo con ese vestido que tenía bastantes meses de uso ¿Y qué más podía esperar? Viviendo en pleno campo, alejada de la ciudad y con ingresos escasos, no podía exigir nada.

Pero no importaba, era feliz así.

Salió al exterior de su precaria y pequeña estancia. Varias plantas se enredaban en dirección al techado cuyas piezas comenzaban a caerse, mientras que otras simplemente se acoplaban a la tierra que tenía debajo y a los murales de ladrillo colorado que tenía a un lado.
-Vamos Limón, hay que regar~ -le comentó a su gato con algo de entonación y tomó una pequeña regadera algo oxidada y la llenó con agua de un pozo que permanecía a unos metros de su hogar, el pozo del cuál la mayoría de los campesinos iban a buscar algo con lo que refrescarse.
Sin despegarse de su sonrisa, se agachó entre las plantas con distintos cartelitos de madera y cartón y les regó con cuidado, mientras su gato permanecía a unos metros, temiendo mojarse.
Se puso de pie y miró a su alrededor. No había vallas ni delimitaciones, ningún tipo de reja, los cultivos de los demás eran lo que marcaban las "propiedades", sin embargo, en un pequeño agrupamiento de gente como ese, la generosidad sobraba, eso había aprendido de su madre. Lo único que podía encontrar con forma frente a su hogar, era un camino de tierra, con huellas de distintos transportes y pies en ella. A lo lejos, se seguía expandiendo en campo, y a un lado de su puerta, un par de girasoles comenzaban a elevarse hacia arriba.

-Uhm... siento que me olvido algo... -volvió entre sus plantas y se puso de cuclillas. Observó un par de hojas con detenimiento- Ustedes.... ustedes.... ¡Lo sabía! ¡Sr. Limón, tráigame las cosas de la mesa! -se impuso a él con cierto aire de general, el gato ladeó la cabeza y no se movió de su sitio- Ehmm.... bueno, mejor iré yo, le daré el día libre.

Dicho esto, dejo la regadera en el suelo y se volvió hacia su estancia. El sol permanecía en lo alto aquella mañana, rodeado de pocas nubes.